Un puntito de tristeza

Sentía un puntito de tristeza, pero en general, nada concreto, a grandes rasgos. Normalmente no tenía problemas, ni angustia... "el día a día me come", solía decir, y el puntito desaparecía, o se posponía y difuminaba. Sin embargo nunca mostraba una expresión plenamente tranquila, aunque tampoco acelerada. Iba como un autómata, sin sentimientos, solo procesos. Sabía lo que había que hacer, y lo hacía bien.

Incluso al llegar a casa alguna película o libro ayudaban a desconectar, y entonces ese puntito se hacía notable, como un mosquito. Aunque el sueño ya no permitía concentrarse.

Pero al llegar la jubilación, ese puntito de tristeza lo ocupó todo, y esta noche, en el espejo, sí veía signos de cansancio, que afortunadamente nadie más podía ver. Y quizás de alivio.

Y pensé en el resumen de mi nota de despedida: Sabía lo que había que hacer, y lo hice bien.