Para siempre

Madera, fuego, chispas, llamaradas, crepitar, humo vigoroso ascendiendo hacia el sombrero de la chimenea, así nos sentíamos cuando nos enamoramos. ¿Calor? Mucho. ¿Fuego? Hasta quemar el último rescoldo de madera. Y fuimos luz en la oscuridad de esa estancia con chimenea que era nuestro corazón. Un lugar frío y desangelado que convertimos en brasas mirando un fuego eterno. Hasta que un día el humo llenó la sala y se convirtió en una cueva donde sólo quedaron dos cadáveres abrazados. Para siempre.