Otra vida y la misma

Harto de que fuera absolutamente ignorado en sus clases, de que adolescentes de toda índole conocieran sus derechos y ninguna obligación, de que los padres hubieran hecho de los mensajes Mr Wonderful su modo de vida (Mi hijo puede llegar a ser lo que él quiera; Mi hija molesta en clase porque se aburre. Es muy inteligente pero usted no lo sabe), decidió, de una puñetera vez, abandonar una profesión que había ejercido durante más de 20 años. Estaba harto, sí, cansado, hastiado de ser profesor. Tenía claro que quería otra profesión y la que más le gustaba era la de fontanero. Pensaba que tenía los conocimientos y descubrió, poco a poco, que se le daba bien. Arreglaba problemas con mucha celeridad, encontraba soluciones a dificultades que a otros les parecían un mundo. Descubrió, por último, que este trabajo difería poco del de docente: solucionar problemas de mocosos que eran incapaces de asumir sus responsabilidades y culpaban de su ineptitud a todos los demás. Poco a poco se fue haciendo un nombre y no hubo partido político que no lo buscara para que arreglar alguna que otra tubería, alguna que otra inundación.