Nocturno (II)

Erik decidió atravesar el puente a pie. Era una agradable caminata de unos 20 minutos casi en solitario. En sus tiempos, incluso a esas horas de la noche sería difícil atravesarlo sin coincidir con otras personas, pero desde que instalaron la plataforma transportadora, que transcurría paralela al nivel superior, solo algunos turistas y los paseantes como él utilizaban el estrecho paso peatonal, que había quedado casi como algo anecdótico. Hacia la mitad del paseo giró la vista a la izquierda. Como siempre, al fondo, la Gran Dama le saludaba, iluminando el agua a su alrededor. Era increíble que, cien años después, no hubiera cambiado en absoluto.

Volvió la vista al frente. Ya lo había observado desde la playa, y realmente verlo desde el puente no le aportaba mucho más, aparte de un ligero cambio de perspectiva. Pero era su objetivo para mañana (hoy, en realidad), y verlo desde ahí le permitía reflexionar en su plan de acción. No iba a ser algo improvisado: la Agencia le había enseñado bien a afrontar estas situaciones, y confiaba en su profesionalidad. No olvidaba que, en caso de fracaso, el peor resultado posible solo significaría para él regresar a su tiempo y volver a empezar de cero, pero para el resto de la humanidad, sería la aniquilación. No podía permitirlo.