El Dr. Hachikson observó con detenimiento el experimento.
—¡Un poco más de corriente! —gritó—.¡Más, más!
Su ayudante movió una rueda hacia la derecha y subió una palanca situada justo al lado.
El cuerpo convulsionó levemente y en su interior miles de celulas comenzaron una danza, dividiéndose en pares, decenas, miles y millones. Unos intantes después, los organos internos se dividían y formaban mágicamente en el interior de la masa de carne.
—División interna concluida, señor —dijo el ayudante.
Ahora Hachikson observaba mientras cientos de nuevos seres surgían perfectamente formados, unos junto a otros, en la celda de seguridad.
—¡Todo un éxito!