Después de varios meses de trabajo, la fiesta estaba lista. Se había calculado al detalle, de forma casi enfermiza, todos los aspectos de la misma, incluso los globos estaban separados la misma distancia unos de otros. Habían trabajado de forma incesante para cumplir los estándares que se habían propuesto. Todo tenía que ser perfecto, nada podía fallar. Pusieron la tarta en la mesa y encendieron las velas. Todos se alegraban mientras se sonreían unos a otros, y es que después de tanto empeño por fin había llegado el día y todo estaba saliendo a pedir de boca.
Despertaron al bebé de la larga siesta y lo sentaron en la trona. Todos empezaron a cantarle "Cumpleaños Feliz" mientras aplaudían y otros lo grababan con el móvil. La multitud se alegraba de ver cómo le brillaban los ojos a la criatura y cómo por fin podían ver la estampa que tanto anhelaban.
El bebé solo tenía ojos para la gran tarta que tenía delante, y cómo las brillantes velas titilaban delante de él. Una vez terminaron de cantar todos los ojos se pusieron en el bebé, el cual era consciente de que solo tenía que soplar.
Pasaron unos segundos sin que la criatura soplara. Algunos empezaron a cantar de nuevo mientras que los que estaban más cerca simulaban soplar para que el bebé los imitara y apagara la vela. La cera de las velas empezaba a recorrerlas hasta casi llegar a la tarta y los invitados empezaron a ponerse nerviosos.
- Si lo hemos ensayado mil veces.
- Sopla, sopla, fuuu fuuu - Le decían los que estaban en primera fila.
El bebé reía y señalaba la tarta. De los que quedaban sin haberse unido al coro ni tampoco tenían espacio para enseñarle a soplar, cogieron la tarta y se la acercaron un poco más - Tal vez es que le quedaba muy lejos- pensaron. El bebé volvió a señalar en la misma dirección y los invitados se dieron cuenta de que señalaba un globo. Una mujer lo cogió y se acercó mientras le hacía caras graciosas y se movía de un lado a otro. Puso el globo detrás de las velas esperando que el bebé por fin soplara.
El fuego había consumido la mitad de las velas y la cera empezaba a llenar la cara superior de la tarta. El coro que se había formado al fondo empezó a cantar de nuevo "Feliz Cumpleaños" mientras daban palmas, los que estaban un poco más cerca cogían los globos y los iban acercando a la tarta para que el bebé pusiera atención en las velas, y los que estaban más cerca seguían inflando la cara y soplando.
El bebé dio un manotazo sobre la tabla de la trona poniéndose rojo y volvió a señalar a lo alto. Uno de los que llevaba un globo en cada mano miró hacia el techo iluminado por el fuego de las velas.
- Ahí no hay nada.
El bebé volvió a señalar nuevamente, exagerando el movimiento para que quedara más claro poniendo su mano en el hombro opuesto y estirando el brazo hasta quedar en alto. Lo repitió de nuevo y varias veces más.
La cera había cubierto la tarta por completo pero el fuego de las velas aun perduraba. El bebé rojo como un tomate cesó por completo el movimiento, dio otro manotazo sobre la mesa y finalmente se dispuso a coger aire para soplar. La ventosidad salió por otra abertura, generando un ambiente irrespirable en toda la habitación. Algunos de los que estaban más cerca empezaron a toser. Uno de los invitados indicó, haciendo una pinza con los dedos en su nariz, que este año tampoco habría pastel para nadie, pero que no se desanimaran, seguro que el año siguiente se preparaba mejor la fiesta.
La gente empezó a salir de forma ordenada, el último en salir vio como el bebé, ya tranquilo soplaba las velas.