Ewige Vernichtung, nimm uns auf

En el cementerio de mi pueblo, los muertos se pudren por bandos.

Unos conservan los dientes y otros las uñas; unos conservan las botas y otros el cinturón. Pero nadie tiene ya ojos ni oídos, y aún menos, corazón.

Total, ¿Para qué? Cuando suene la campana de la última hora, cada cual se alzará, armado con lo que pueda, para convertir en polvo los huesos de los otros, los canallas, los malditos.

Todo el mundo tiene una cuenta pendiente. Nadie merece descansar en paz.