Entre bambalinas

El malestar al entrar en el camerino indicó que todo marchaba según lo planeado.

En el segundo acto apareció el sudor frío que empapó la ropa de ambos protagonistas. Y al término del cuarto, los aplausos vinieron acompañados de espasmos en Romeo y taquicardias en Julieta.

Mañana seréis leyenda—les animó el director para que continuaran con la representación, consumiéndose de celos por el amor no correspondido de la impostada Capuleto, y perfectamente consciente de estar conquistando a crítica y público con dramatismo, sacrificio y la dosis exacta de cianuro.

La ovación duró más de cinco minutos.

El telón se fue cerrando lentamente, igual que los ojos de los jóvenes amantes