Los camareros de Murcia son muy insolentes. Y cortos de entendederas. Hay que detallar los pedidos como si estuvieras hablándole a un camarero de seis años, y luego hacer aspavientos y gritar para que te traigan la cuenta #9. Si falta un azucarillo y el mozo ya ha levantado el vuelo, no te queda otra que ir a buscarlo. En mi familia siempre han tenido fijación con quitarles el trabajo. Mis primos después de tomar el refrigerio en la mesa de la terraza del café agrupan en escrupuloso orden cubertería, platos y tacitas y lo llevan todo a la barra, luego les dejan una propina (ellos a los camareros), yo nunca hago esto último, porque las propinas me parecen moralmente cuestionables y ademas cuando salgo para esparcirme con gente creo que manejar dinero es una ordinariez.
En cambio para las pequeñas compras del día si suelo llevar algunas monedas. Voy casi siempre a una tienda de chinos a por cheetos, cocacolas, enanitos de resina, etc. Un día estando en la tienda cogí un cubo de mimbre, y metí dentro unas chanclas y un triceratops de goma. Voy a la caja, extraigo las chanclas y las dejo sobre el mostrador. La cajera estaba viendo una película en el ordenador portátil y no despegaba la vista de la pantalla. Entonces saco el triceratops y lo estrujo, un poco, lo suficiente para que haga "MEEEC... eeeeeeeeec". La cajera da un brinco, inspecciona fugazmente los artículos, recoge el dinero. Y vuelve a la película. Meto el triceratops y las chanclas en el cubo, pero de malas maneras. Me sentía como el árbol que se derrumba en medio del bosque solitario. Una vez en el coche me doy cuenta de que no había pagado el cubo. Vuelta a la tienda. Le digo a la cajera que "falta el cubo". Como es murciana entiende otra cosa. Mira el cubo, abre la caja, rebusca y me da el importe. Vuelve a su película. Por no meterme en más líos me fui con mi cubo indignado por como había sido tratado por esta cajera de equívocos rasgos orientales.
Al contrario que en los chinos la situación en las cafeterías si que llegó a cambiar, porque en muchos sitios suplantaron a los nativos por jóvenes y voluptuosas camareras del este de Europa, que tampoco entendían los pedidos, pero atendían a la gente con presteza y buenos modos. En ese momento pensaba que la atención al cliente estaba mejorando, igual que sentía que la cajera me había hecho un desprecio. Ahora no pienso así. No es que quiera volver a los tiempos en los que un émulo de Curro Jiménez te limpiaba de mala gana la jarra de grog con un escupitajo y un trapo mugriento, pero valoro mucho la antipatía, la indiferencia o la desgana de camareros, cajeros, gasolineros, etc. Siempre espero con ilusión que pasen de mi o pongan mala cara o incluso que me maltraten un poquito. Así renuevo mi fe en la humanidad.
De lo que me di cuenta, después de estar toda la vida llevando la cubertería de la mesa a la barra a causa de una incomprensible costumbre familiar, es que también estoy capacitado para traerla. No es necesario tener a una persona especializada en ahorrarnos la tarea de portar viandas ¡Si al final siempre acabamos levantándonos para ir a por el azucarillo! Seguramente muchos lectores de cierta edad recordarán que el camarero era el ayudante del rey y se encargaba de organizar a la servidumbre. En aquel entonces ser camarero significaba que tenías un cargo importante y bien pagado. Pero, como le pasó a las cortesanas, en cuanto la profesión atendió la demanda de las clases populares se convirtió en un trabajo devaluado e ingrato. El camarero hoy en día es un pobre explotado que nos lleva la tacita de té a la mesa por cuatro perras. Tacita que podríamos haber llevado nosotros solos sin esfuerzo. Es un trabajo totalmente devaluado ¿Pero qué sentido tiene valorizar este rancio teatrillo de servidumbre y clasismo? Pintarlo bonito es todavía peor. Y también es desperdiciar el tiempo de un cerebro que debería estar inventando vacunas contra el cáncer o un trigo más resistente a las plagas. Es un trabajo que extinguirán las máquinas pero que podríamos haber abolido sin su ayuda, sólo con un poco de sentido común.
Comentarios
Pues para ser un trabajo fácil ,te piden tropecientos años de experiencia.
Para mí la propina es algo que tendría que seguir siendo voluntario, un gasto extra que uno desembolsa con gusto porque siente que el servicio recibido ha sido más que sobresaliente. No me gusta nada que se haya convertido en una costumbre obligatoria.
#3 Yo doy propina si pido o recibo alguna atención extra (una tapa generosa, que calienten un biberón, etc.), pero no porque haga bien su trabajo.
#1 #3 #5 #8 Me gusta el concepto de "calculadora de medir humanos", y entiendo que eso incluye calcular el desempeño. Desarrollemos el asunto. Una propina viene a ser un premio. Eso quiere decir que, sin comerlo ni beberlo, te han metido en un examen o peor, en un concurso! De repente el sistema te hace responsable de la vida profesional de un señor que ni te va ni te viene, y te convierte en su juez y mecenas. O sea que, en teoría te "liberan" del esfuerzo de portar viandas unos metros, pero con la propina añaden la tarea de evaluar el trabajo de un desconocido... ¡Yo sólo quiero comerme tranquilamente un bocadillo calamares! 😩
#11 Imagínate que le das el primer bocado al bocadillo y echas en falta mayonesa. Así que alzas tu mano y le dices al camarero que te traiga un poco. Este, sin embargo, estima que traerte la mayonesa es una tarea de prioridad baja e incluso se le puede llegar a olvidar. Todo esto ocurre mientras tus tripas rugen y tu bocadillo se enfría. Al final tienes que pedirla varias veces e incluso ir a la barra a pedírsela a otro camero. De ahí que la propina sea una forma de valorar el servicio.
#13 No se me ocurre como cuestionar la utilidad de la propina, y me da la impresión de que antiguamente se daba en más ámbitos (transportistas, correos, policías, etc). Y si funciona bien sería más efectivo (y más justo) universalizarla mediante, por ejemplo, una aplicación de teléfono que nos permitiera puntuar y recompensar a todas las profesiones y personas. Así no sólo tendríamos mejores camareros, también mejores clientes, mejores amigos... 😬
#13 De ahí que la propina sea una forma de valorar el servicio. Valorarlo ante quien te ha jodido...
La propina, en cierta manera, es una forma de extorsión.
#15 O de valorar el rendimiento, depende de la óptica.
En un bar de mi pueblo, pedí un café para llevar para mi padre. Como el camarero conocía a mi padre, me lo hizo a su gusto y encima me puso sifón para llevar. Así que le dejé propina.
#16 En tu caso veo más amistad y gratitud. La valoración es otra cosa.
#0 si te parecen malos los camareros murcianos, eso es porque no conoces los camareros de barcelona capital.
Una vez fuimos a un sitio regentado por extremeños o aragoneses, ahora mismo no te se decir, en donde atienden como estamos acostumbrados el resto de peninsulares si vamos a un sitio de toda la vida con cierto exito: a toda velocidad. Mis amigos barceloneses estaban verdaderamente agobiados y abrumados por esa presteza, acostumbrados a las eternidades que se suele esperar aquí por cualquier comanda, sea una caña o una paella para 5.
Sí, soy murciano viviendo en barna.
#10 es que sólo puedo hablar de los camareros que conozco!
En los EE.UU. el sistema es distinto y me gusta bastante (como cliente). En los restaurantes dejas entre un 10% y un 20% de propina del precio de la consumición al camarero. Esta gente se preocupa de que no te falte de nada y, si esto ocurre, te piden perdón varias veces. Nada más llegar te ponen un vaso de agua mientras te piensas qué quieres. Por otro lado, sino te gusta este rollo, puedes ir a los sitios en los que pides la comida en la barra y luego te levantas a por ella cuando esté lista, evitando tener que dar tan suntuosa propina.
En España, al tener que pagarle el sueldo entero al camarero, el bar o restaurante racanea al máximo en personal, llevando a las ineficiencias que comentas.
#1 A mi no me convence, ese sistema hincha las cuentas hasta el absurdo, y como no te apetece sacar la calculadora de medir humanos cada vez que vas a comer, acabas dejando el 20% por defecto.
La he votado errónea, lo siento pero paso por Murcia a menudo y los camareros murcianos hacen lo que pueden en función de la enorme cantidad de trabajo malpagado que tienen.
Me ha dolido leer el articulo.
#6 #7 Si nos fijamos en lo que esta criticando el artículo se puede ver que estaba elogiando a los camareros murcianos. Si uno hace mal su tarea en un mal trabajo es que esta haciendo bien las cosas. Por ejemplo, un soldado que siempre falla el tiro cuando le ordenan fusilar a alguien.
Pues ya verás cuando seas atendidos por los camareros más frescos... los de madrín.
Cuando he visto que al principio te metías con los camareros de mi tierra he pasado de seguir leyendo.