Apareció al girar una de las últimas curvas de la carretera CM-3201, detuve el coche, me subí la cremallera de la chaqueta y baje. Arriba la torre del castillo, justo debajo las blancas casas parecía que se amontonaban entre la colina y la roca. La perspectiva desde el mirador antes de llegar al pueblo es una clara señal de que voy a pasar unos días bonitos, tranquilos y de desconexión. Apoyada en la barandilla contemplo Alcalá del Júcar, el cielo esta despejado, el sol ilumina las casas, hace frío.
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