Los datos de partículas y campos magnéticos proporcionaron algunos de los primeros indicios que llevaron a identificar las dos lunas oceánicas inequívocas del sistema solar, Europa de Júpiter y Encélado de Saturno. Esos datos proporcionaron la primera evidencia convincente de que Europa y Encélado eran fuentes de partículas y plasma, que probablemente se originaban en océanos líquidos salados debajo de sus superficies heladas.