Carta a un alto funcionario: muévanse

Los últimos días palpamos con las dos manos la artrosis y abulia de la administración que nos pagamos IRPF a IRPF: la renta mínima vital, esa última puerta en la vida de tantos, no ha alcanzado a cubrir el uno por ciento de las solicitudes ya presentadas, La Comunidad de Madrid después de rechazar a mil quinientos rastreadores ofrecidos por el Colegio de Médicos y de fracasar en su mendigar a mano tendida de rastreadores caritativos ( y ricos, trabajarían per gratia et amore) contrata a estas horas del diluvio a veintidós rastreadores a precio de oro blanco. 

Si quieren sentir en primera persona la pesadilla burocrática de un personaje de Franz Kafka intenten, les invito, a hacer alguna gestión en la Seguridad Social estas semanas.

Si ingenuos, tratan de solicitar una cita previa por el teléfono que se publicita para ello, la grabación impersonal al uso les remite a una página web en la que hagan lo que hagan, opten por la combinación de casillas y checks a los que opten, no son ustedes, ninguno, más listos que la máquina: al final de la secuencia les espera un absurdo cartel con letras rojas que les dice que no les pueden dar cita, que lo intenten por teléfono. Y si acuden en agostado cuerpo y desesperada alma a una oficina de “atención al público”, el funcionario en la puerta les impide el paso porque solo atienden, vaya por dios, mediante esa imposible , deletérea, inasequible cita previa. No les exagero, prueben a hacerlo.

Me confieso: soy familiar de funcionarios y por tanto no parto de ningún prejuicio ni manía ideológica. Conozco virtudes y defectos de primera mano. Y por eso sé bien cúal es el problema. No es otro de que la administración española (indiferente su nivel , municipal, autonómica, estatal, y da igual el partido que casualmente ahora sea el último responsable) tiene la cintura de un puente de hormigón armado, la agilidad mental de un moai, la capacidad de reacción de una tortuga de 100 años. Y todo ello fruto de una estructura organizativa en la que la capacidad de reacción ante una situación imprevista como esta es la de un trilobites petrificado hace trescientos millones de años: cero. 

Si las oficinas de la seguridad social funcionan, digamos de 8 a 3 de la tarde¿no se podrían organizar turnos de tarde, incluso de noche? ¿contratar a miles de parados con conocimientos de administración, gestión informática, papeleos, gestoría? ¿no se podrían haber organizado hace semanas equipos de rastreadores y haber testado sus capacidades con ejercicios y simulaciones como se entrenan en ejércitos y unidades de emergencias?¿ no se podrían haber utilizado los ingentes recursos estadísticos de la administración para analizar las causas de esta segunda ola en la que batimos records europeos? etcétera, etcétera, etcétera. Les invito a los funcionarios lectores que alarguen esta lista de sugerencias, seguro que ellos son más certeros.

Mis familiares funcionarios me dirán que la administración tiene desde hace años la política, por lógicas razones que ahora no vienen a cuento, de no contratar personal laboral, que los jefes no están acostumbrados a tratar con personal no formado en derecho administrativo ¿ pero no estamos en una situación de emergencia? ¿ la situación justifica cierres de negocios y restricciones de libertades y no justifica una contratación extraordinaria, temporal, masiva de personal que estructure equipos de emergencia en la seguridad social, la atención sanitaria primaria, los equipos de rastreo? 

¿las urgencias, las excepcionalidades siempre son para los demás?

 Sé por mis familiares que hay funcionarios que sienten rabia e impotencia por la inacción, la falta de iniciativa y de imaginación, por la pasividad de ciertos gestores, administrativos y políticos, ambos.

 Pero esta frustración no la veréis en los niveles más altos de los cuerpos funcionariales ¿es que tener un sueldo asegurado de 50.000 , 60.000 euros al año, lluevan piedras o hachas de doble filo, da igual, les quita a algunos subdirectores, directores generales, jefes de Área la vergüenza y el respeto a sí mismos como para no darse cuenta de que es su deber el romper hábitos, mover cielo y tierra, ofrecerse, conminar, reinventarse, experimentar y exigir a quien haya que hacerlo en los respectivos ministerios y consejerías? 

Sé , por mis familiares funcionarios que muchos se muerden las uñas viendo los recursos materiales vegetando durante largas horas en oficinas vacías mientras se acumulan las demandas y las angustias ahí fuera, más allá de las custodiadas puertas oficinales. 

Esta pandemia va a cambiar muchas cosas, y es necesario, y va a ser obligatorio para bien del país, para el propio bien y futuro del funcionariado, que cambie la mentalidad, letárgica, complaciente , depositada como un limo paralizante durante decenios de puertas para dentro. Por el bien del pais y por el bien de quienes trabajan en las palancas que hacen que el estado de bienestar sea real o un puro eslogan: Múevanse de una puñetera vez.