Los que hay que dejar pasar

Está visto que uno nunca puede saber qué viejas conversaciones o lecturas van a recobrar, treinta años después, su vigencia y su interés, cuando uno ya las daba por olvidadas o por relegadas al cajón de las curiosidades.

Este es el caso del problema de los submarinos alemanes con los barcos aliados en el Atlántico, especialmente en 1940, que está recuperando toda su vigencia.

El caso es que en aquel momento concreto, Gran Bretaña tenía una enorme flota mercante trayendo mercancías de sus colonias (medio mundo) y los alemanes tenían una feroz flotilla de submarinos que los cazaba a mansalva, como patos. Fue un desastre de proporciones homéricas que se puede consultar en muchos mapas interactivos. Pongo un enlace.

La cuestión estaba en que los submarinos alemanes podían llevar entre 8 y 12 torpedos para cada misión, y a menudo hacían falta dos o incluso tres para hundir un barco mediano. Eso sin contar con los que se perdían cuando fallaban el tiro o los que funcionaban mal y no explotaban, que tampoco era infrecuentes en aquel momento.

Y cada vez que se agotaban los torpedos, había que volver a casa a recargar, lo que tenía el miserable inconveniente de que un submarino podía hacerse un mes de viaje de ida al frente, agotar sus torpedos en cinco días, y tener que hacer otro mes de viaje de vuelta.

Así las cosas, se empezó a discutir entre los submarinistas alemanes, a qué barcos había que disparar y cuales había que dejar pasar, porque no valía la pena dispararle a todos, dada la abundancia de objetivos indefensos. Los criterios que se siguieron fueron muchos y diversos: desde dispararle a casi todo hasta dejar pasar incluso a los medianos a la espera de cazar uno grande. Pero a qué barcos habían torpedeado y a cuales habían dejado pasar, haciendo el periscopio gordo, lo sabían sólo los submarinistas, que pasaban de rollos y no informaban a nadie del tema. A menudo, ni siquiera lo inscribían en los diarios de a bordo para evitar polémicas con sus jefes.

Y ahí llegamos al momento actual, donde en Ucrania o en Israel se encuentran con que tienen 40 misiles antiaéreos para interceptar los drones y los misiles enemigos, pero en los radares aparecen 100 unidades llegando hacia ellos.

Lo primero, si se pueden detectar, que casi siempre se puede, es disparar a los más gordos y los que parezcan más peligrosos por su trayectoria. Pero el caso es que puedes derribar 40 y vienen 100, y estamos de nuevo ante el problema de los que hay que dejar pasar.

¿Qué estrategia es la correcta? Los veteranos alemanes se pasaron el resto de su vida discutiéndolo. Y creo que vamos por el mismo camino.

Si tienes 40 disparos y vienen 100 misiles? ¿Disparas a los 40 más peligrosos y dejas pasar a los otros? ¿Y qué pasa si agotas la munición y media hora después te mandan 20 más de los gordos? ¿Te los comes?

¿Qué se debe hacer entonces? ¿Disparar sólo contra los 20 más peligrosos y dejar una reserva de 20 disparos para las sorpresas que pueda guardar el enemigo?

Lo que está claro es que no se puede agotar la reserva defensiva, pero tampoco se puede dejar pasar cualquier cosa.

Y aquí hay una cuestión, además, que también influye mucho: nadie se enteraba de los barcos que los submarinos habían dejado pasar, pero todo el mundo, textualmente, se entera de cada impacto en tu territorio de uno de esos misiles que dejaste pasar. Y eso tiene un coste político, económico, material y de imagen realmente grave.

La estrategia defensiva contra ataques de saturación es complejísima.

No es que la Cúpula de Hierro israelí, por ejemplo, no funcione. Es que tiene muchos menos disparos defensivos de los disparos ofensivos que pueden utilizar los iraníes, y a una fracción ridícula de su coste. Y lo mismo pasa en Ucrania.

Cuando te ataca un dron de 50.000€ y tienes que detenerlo con un Patriot de cinco millones, lo sensato es dejarlo pasar, a la espera del misil balístico que haga rentable el gasto. ¿Pero qué opinan los que están donde cae ese dron de mierda? ¿Y qué opina medio mundo, atento a la eficacia de tus sistemas defensivos?

¿Y qué pasa cuando algún político dice que no se dejen pasar más que los pequeñitos, cuando el enemigo vuelve al día siguiente con otra andanada, y luego con otra? Pues que corres el riesgo de haberte quedado sin munición, te manden unos cuantos de los gordos, y te hagan un roto importante.

Es un juego muy difícil y muy peligroso. ¿Dejar pasar a los pequeños a la espera de los grandes? ¿Y si se dedican sólo a mandarte muchos de los pequeños?

De momento, en la nueva era de la guerra low cost, no hay solución para el problema. Como no la había en 1940.

Así que mejor no simplifiquemos.

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*La imagen es del hundimiento del Linda Blanche, en 1915, y no de la II Guerra Mundial. Pero me gustó el cuadro, de Willy Stöwer.