La participación del equipo Israel-Premier Tech en La Vuelta es la mayor decisión política que puede adoptar un organismo deportivo: permitir, previo pago, que mediante el deporte pueda lavar su imagen un Estado que viola sistemáticamente el derecho internacional. No oculta que este es su objetivo ni siquiera el copropietario del equipo, el multimillonario Sylvan Adams, amigo de Netanyahu que se define a sí mismo como un «embajador global de Israel».
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