Esta táctica consiste aguardar desde primera hora de la mañana a la apertura de la piscina, para correr hacia ella y poder reservar con la toalla una tumbona o hamaca. Sin embargo, la realidad muestra escenas bochornosas y absurdas, como la que compartió Rachael, una joven inglesa de 28 años, que se encontraba veraneando en un hotel en Playa Blanca, Lanzarote.
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