Donald Trump quiere poner toda la presión posible sobre los socios europeos en el marco de la OTAN y de un tiempo a esta parte insiste en que los aliados tienen que alcanzar un gasto en Defensa de al menos el 5% de su PIB, una meta que está muy por encima de la marcada ahora mismo (un 2%), la cual ni siquiera cumplen todos los integrantes de la Alianza Atlántica. El juego del presidente electo parece sencillo: si hay un aumento de la inversión militar -sobre todo en un contexto marcado por Ucrania, pero también por las tensiones de Washington
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