Un lunes a mediados de octubre, después de pasar un año detenido por las autoridades migratorias de Estados Unidos, unos guardias entraron sin previo anuncio a la celda de Majid en Texas. Le dijeron escuetamente que "empacara" porque lo estaban trasladando, aunque cinco meses antes un juez de migración ya le había otorgado protección contra la deportación. Encadenado de manos, cintura y pies, fue conducido durante la noche a una pista aérea militar en el estado de Luisiana. Majid -no es su nombre verdadero- había huido de Irán hasta EE.UU.
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