Anja Ringgren Loven, una activista danesa, lo encontró en la calle, desnutrido y lleno de gusanos. Sus padres, convencidos de que habían parido a un brujo, decidieron dejarlo morir y hace ocho meses lo expulsaron de la casa. El niño, que ha sido llamado 'Hope' (Esperanza), evoluciona favorablemente después de que, a diario, se le realice una transfusión de sangre.  
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