Los datos biométricos, como la huella dactilar o los patrones del iris, son altamente sensibles y no se pueden modificar, por lo que cuentan con una especial protección ante la ley. Su tratamiento está prohibido a no ser que haya un consentimiento expreso y su uso esté justificado; en caso contrario podemos pedir su retirada o reclamar. Esta información puede acabar en manos de cibercriminales, que la pueden vender en la red y esto nos expone a riesgos, como suplantación de identidad.
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