Se han vuelto locos. Vale que hay que acercar la política al pueblo y al pueblo nos gusta ver la televisión, pero los candidatos se están convirtiendo en los payasos de la tele que van de programa en programa haciendo todo lo que se les pide como si fueran monos de feria. Ahora me bailas, ahora me cantas, ahora me preparas el desayuno, ahora te subes a una grúa. Ahora un saltito. Alehop. Ahora otro saltito más. Se les ha ido de las manos.
Hace un siglo los políticos escribían sesudos ensayos sobre humanidades. Tenían convicciones políticas, principios y valores muy arraigados en sus personas. Estaban dispuestos a morir por sus convicciones.
A día de hoy tenemos a los Pdr Snchz, Mariano... etc... y a la caterva de atunes que les rien todas las gracias no por sus razonamientos - lo cuál sería imposible al ser inexistentes - sino porque son igual de soplapollas que ellos y solo necesitan esas mínimas dosis de populismo para lanzarse como colegialas en sus brazos.
Esto mismo lo hablaba ayer con un amigo... el marketing político se nos ha ido de las manos.
La política espectáculo nos lleva a la bochornosa realidad de los políticos-payaso y los votantes-público, que aplauden o abuchean según la capacidad dramática de los actores. Un puto circo para borderlines, mientras las decisiones se toman en despachos que nada tienen que ver con la democracia.
Comentarios
Hace un siglo los políticos escribían sesudos ensayos sobre humanidades. Tenían convicciones políticas, principios y valores muy arraigados en sus personas. Estaban dispuestos a morir por sus convicciones.
A día de hoy tenemos a los Pdr Snchz, Mariano... etc... y a la caterva de atunes que les rien todas las gracias no por sus razonamientos - lo cuál sería imposible al ser inexistentes - sino porque son igual de soplapollas que ellos y solo necesitan esas mínimas dosis de populismo para lanzarse como colegialas en sus brazos.
Esto mismo lo hablaba ayer con un amigo... el marketing político se nos ha ido de las manos.
La política espectáculo nos lleva a la bochornosa realidad de los políticos-payaso y los votantes-público, que aplauden o abuchean según la capacidad dramática de los actores. Un puto circo para borderlines, mientras las decisiones se toman en despachos que nada tienen que ver con la democracia.
Es una forma de sacar el lado humano a grandes psicópatas o hijos de puta.
Muy típico en época pre-electoral