Las estadísticas son escalofriantes. Cuatro de cada cinco israelíes judíos no expresan ninguna preocupación por la catástrofe humanitaria en Gaza. Después del 7 de octubre, cuando las bombas israelíes comenzaron a caer sobre la población civil palestina, el optimismo sobre el futuro del país se disparó drásticamente entre la opinión pública israelí. No se trataba de la respuesta de un pueblo que temía por su supervivencia, sino de la euforia de una población a la que se le había dado permiso para dar rienda suelta a sus impulsos más oscuros.
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Bueno, mas bien EEUU es el cáncer e Israel el tumor
Lo dice su dios.