La diferencia entre cómo se ve Ronaldo y cómo lo ven los demás se ha agrandado estos días. Él cree seguir siendo el mejor, pero solo su entorno estrecho piensa que eso es cierto, o al menos se lo hace creer, como buenos discípulos de la monarquía autoritaria de Ronaldistán. El corolario a esta grieta interna es una grieta externa: ¿cómo es posible que un futbolista valorado en 20 millones de euros en Transfermarket, y al que los principales clubes europeos han evitado, se haya convertido en el deportista mejor pagado de todos los tiempos?  
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