Un grupo de viajeros recorrió la localidad de Rason, cerca de la frontera con China y Rusia, por primera vez desde que el régimen de Kim Jong-un canceló las entradas al país por la covid. No insulten a los líderes. No insulten a la ideología. Y no juzguen. Estas son las reglas que los guías leen a los turistas occidentales mientras se preparan para cruzar la frontera con Corea del Norte, posiblemente el país más hermético y represivo del mundo. Luego está la información práctica: no hay señal de teléfono, ni internet, ni cajeros automáticos.
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