Hace 6 años | Por monedero a efesalud.com
Publicado hace 6 años por monedero a efesalud.com

La neofobia alimentaria (literalmente el “miedo a probar alimentos nuevos”) es un trastorno restrictivo de la alimentación que principalmente se presenta en la infancia. A diferencia de sus compañeros neofílicos, estos niños rechazan nuevos alimentos (muchas veces movidos por aspectos sensitivos como los colores, las texturas, los olores… Aunque puede haber muchas historias detrás). Los expertos lo consideran un comportamiento “habitual” entre los 2-6 años, pero, de prolongarse más allá, las consecuencias nutricionales pueden ser muy negativas

Comentarios

skaworld

#2 Al final siempre es problema de la dieta, falta de leche y galletas.

D

#2 Rejo por esos culos.

H

#2 Normal.. mil y un supuestos "profesionales" de la educacion infantil defendiendo darles mimos cuando se porten mal...

garnok

#2 efectivamente, yo desde que a mi niño le pego asiduamente con el cinturón me lo come todo mucho, muy bien y tragando todo

manuelpepito

#3 No quitandote la razon, debo decirte que hay niños y niños.

Mi madre estaba desesperada con mi hermana pequeña y un dia se lo comento a la monja del colegio (todavia no se porque fuimos a un colegio de monjas). La monja empezo a decirle a mi madre que si la mala educacion, que si los padres, etc, etc, y que si se la dejaba en el comedor del colegio ella iba a hacer a la niña comer. Mi madre le dijo que ese dia comia en el colegio, que por ella pefecta. Cuando fue a recogerla por la tarde la monja le dijo que no se hacia cargo de la niña y que no la trajera mas al comedor.

t

#5 Y cuántos niños habrá que "es que son de muy mal comer", y lo que ha pasado es que son celíacos o intolerantes a la lactosa.

Minha

#5 #10 entra en el primer "etc", vaya trauma, lo siento..

PasaPollo

#3 No tanto. Verás, yo hoy por hoy no puedo comer ninguna clase de puré. Me resulta repulsivo, y tiene una explicación. Cuando era peque, comía frente a una niña, Marta, con síndrome de Down.

La tía echó un moco enorme en mi plato de puré de verduras. Y las hideputas de las monjas me obligaron a comérmelo. Me creó tal trauma que el mero hecho de pensar en puré de verduras me da arcadas.

Y de eso va el artículo: a veces se identifica una comida en concreto con una experiencia muy desagradable y traumática que pasa factura. Y la clave es crear refuerzos positivos.

D

#10 hostia macho, menuda putada ser tú

PasaPollo

#14 Putas monjas, tío.

D

#15 ya quisieran ser putas.

ctrl_alt_del

Insisto; los niños imitan. Si los padres no comen de todo, no pueden esperar que los hijos hagan lo mismo. Hay casas en las que el pescado, la verdura o las legumbres no entran en la vida.

Menudo futuro le espera a esta generación a golpe de monodieta de pasta con tomate.

PasaPollo

#1 Macho, mis abuelos eran más monodieta que cualquiera. No porque quisieran, es que no podían, los pobres, más allá del caldo, el tocino, la leche y el pan. Carne fresca una vez al año; un chorizo era una fiesta. Así que el manido comentario "esta generación..." no viene a cuento. Comemos más variado que nunca. El error es identificar variado con sano.

andran

Se puede ser muy "neofóbico" cuando la nevera esta bien llena, como sucede en la mayoría de los hogares españoles.
El mejor remedio para la neofobia es no tener NADA que llevarse a la boca durante tres o cuatro semanas. Es mano de santo contra la neofobia. Todos esos tikismikis de la comida se iban a comer hasta las mondas de las patatas.

t

A ver, la última vez que leí, lo del miedo a probar alimentos nuevos es un mecanismo natural de supervivencia, justo para ser escépticos con las cosas que no conocemos y que no nos zampemos la primera seta venenosa que haya por ahí. Es algo que hay que vencer a la hora de ir introduciendo nuevos alimentos, pero ya está.

Otra cosa es que haya padres gilipollas que, por dejadez, a la que el niño dice que no quiere algo pasan de insistir y lo alimentan 10 años seguidos a base de macarrones y nuggets de pollo, y haya que inventarse un término sesudo para la situación. Pero aquí el trastorno no lo tiene el niño, lo tienen los padres.