Hace 9 años | Por RocioMN a elmundo.es
Publicado hace 9 años por RocioMN a elmundo.es

Primera querella contra Sanidad en España por un muerto de hepatitis C al que no se le facilitó un caro fármaco de última generación autorizado por la UE María Isabel, de Móstoles, murió tras negarle tres veces Sanidad el antiviral sofosbuvir.

Comentarios

Charles_Dexter_Ward

#1 Busca otra fuente o hazte un blog y nos cuentas la historia.

D

#2 tenemos que enseñar a todo el mundo a hacer blogs, no sea que no sepan

Charles_Dexter_Ward

#3 Será eso.

D

#1 Pues yo te la voto.

Trigonometrico

#4 Yo también hago una excepción en este caso por tratarse de un problema personal. Pero si no tuviera negativos, no la votaría, no es necesario que llegue a portada para que la leamos muchos meneantes.

D

#1 hazte un blog en wordpres.org

caracoless

#1 Lo siento.
Yo también hago una excepción en este caso.
Quizás otro medio que no sea AEDE acabe publicando sobre este asesinato desde el Estado y no te la tumben

arolasecas

#0 Y esto?

No enlaza a AEDE

No es un blog ni nada pero lo acabo de publicar

Trigonometrico

Por si alguien quiere leer el contenido, pero no quiere visitar la página web del periódico.



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Le negaron el fármaco y la mataron'

Primera querella contra Sanidad en España por un muerto de hepatitis C al que no se le facilitó un caro fármaco de última generación autorizado por la UE

María Isabel, de Móstoles, murió tras negarle tres veces Sanidad el antiviral sofosbuvir

La Plataforma de Afectados por la Hepatitis C pone hoy una querella contra los ministros Ana Mato y Alfonso Alonso en el Tribunal Supremo por 'omisión del deber de socorro'


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María Isabel Fernández Merino se infectó de hepatitis C hace ahora 29 años. Fue en la clínica La Milagrosa. Una transfusión de sangre contaminada. «Ni siquiera denunció, decía que los médicos la habían tratado muy bien... Siempre confió mucho en los médicos. Y eran otros tiempos, no se sabía cómo se contagiaba la hepatitis», dice su hijo Juan, encogiéndose de hombros.

María Isabel Fernández Merino murió el pasado 19 de diciembre. De hepatitis C. Y no porque no hubiera un medicamento que pudiera salvarla. Existe. Se llama Sovaldi y se llevaba recetando un año en Francia y Alemania, dos en Estados Unidos. No en España.

La mujer perdió el pelo. Los dientes. Nunca la dignidad, dicen sus hijos. Su cuerpo se convirtió en un rosario de problemas. Episodios renales. Una obstrucción intestinal. Trombos en la sangre. Dos visitas a la UCI. Un hígado «muerto», dicen sus hijos. Quienes reciben Sovaldi lo regeneran en dos o tres meses. Ella, claro, no pudo.

A María Isabel nunca se le suministró Sovaldi. Sus hijos son, ahora, los primeros en querellarse en España por un muerto de hepatitis C no tratado. «Vamos contra todos los que, pudiendo salvar la vida a mi madre, no lo hicieron, especialmente el Ministerio de Sanidad», dice Raúl, de 36 años.

Su querella coincide con la que hoy mismo presentará la plataforma de afectados por la presunta negligencia, en el Tribunal Supremo, contra los últimos ministros del ramo, Ana Mato y Alfonso Alonso. El cargo: «Omisión del deber de socorro». Más de 4.000 enfermos han podido fallecer en España por hepatitis C desde el 1 de enero de 2014, según sus cálculos, por no recibir sofosbuvir, el principio activo que comercializa la farmacéutica Gilead bajo el nombre de Sovaldi.


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MADRID
'Le negaron el fármaco y la mataron'

Primera querella contra Sanidad en España por un muerto de hepatitis C al que no se le facilitó un caro fármaco de última generación autorizado por la UE
María Isabel, de Móstoles, murió tras negarle tres veces Sanidad el antiviral sofosbuvir
La Plataforma de Afectados por la Hepatitis C pone hoy una querella contra los ministros Ana Mato y Alfonso Alonso en el Tribunal Supremo por 'omisión del deber de socorro'

Raúl Mancuñano presenta la primera querella contra Sanidad en España por un muerto de hepatitis C , su madre J. Barreno / A. Navarrete
QUICO ALSEDO
Actualizado: 13/02/2015 03:20 horas
62

María Isabel Fernández Merino se infectó de hepatitis C hace ahora 29 años. Fue en la clínica La Milagrosa. Una transfusión de sangre contaminada. «Ni siquiera denunció, decía que los médicos la habían tratado muy bien... Siempre confió mucho en los médicos. Y eran otros tiempos, no se sabía cómo se contagiaba la hepatitis», dice su hijo Juan, encogiéndose de hombros.

María Isabel Fernández Merino murió el pasado 19 de diciembre. De hepatitis C. Y no porque no hubiera un medicamento que pudiera salvarla. Existe. Se llama Sovaldi y se llevaba recetando un año en Francia y Alemania, dos en Estados Unidos. No en España.

La mujer perdió el pelo. Los dientes. Nunca la dignidad, dicen sus hijos. Su cuerpo se convirtió en un rosario de problemas. Episodios renales. Una obstrucción intestinal. Trombos en la sangre. Dos visitas a la UCI. Un hígado «muerto», dicen sus hijos. Quienes reciben Sovaldi lo regeneran en dos o tres meses. Ella, claro, no pudo.

A María Isabel nunca se le suministró Sovaldi. Sus hijos son, ahora, los primeros en querellarse en España por un muerto de hepatitis C no tratado. «Vamos contra todos los que, pudiendo salvar la vida a mi madre, no lo hicieron, especialmente el Ministerio de Sanidad», dice Raúl, de 36 años.

Su querella coincide con la que hoy mismo presentará la plataforma de afectados por la presunta negligencia, en el Tribunal Supremo, contra los últimos ministros del ramo, Ana Mato y Alfonso Alonso. El cargo: «Omisión del deber de socorro». Más de 4.000 enfermos han podido fallecer en España por hepatitis C desde el 1 de enero de 2014, según sus cálculos, por no recibir sofosbuvir, el principio activo que comercializa la farmacéutica Gilead bajo el nombre de Sovaldi.
La clave: el alto coste del antiviral

La Agencia Europea de Medicamentos autorizó su uso desde el 1 de enero. Pero España no estuvo ágil. Restringió el acceso a este caro antiviral de última generación, según los querellantes, por dinero. Los jueces tendrán que pronunciarse. El Gobierno central ultima ahora, un año después, un plan integral para atajar la situación.

Al morir María Isabel «después de un sufrimiento terrible, como una perra», la familia la lloró como si nada se hubiera podido hacer. Comenzaron, obviamente, a recordar. Cuando la mujer, amarilla, se pasó casi dos años en cama después de infectarse. O cuando algunos cubiertos y vasos de casa tenían una marca «para que no nos contagiáramos». O aquella vez, en pleno bache económico, que la mujer, que «vivió para nosotros», dice Raúl, se fue a empeñar a la chita callando las joyas de su madre. «Y tuvo que ir mi padre a que se las devolvieran... Ella nunca pedía nada para sí, nada».

Fue al pedir la historia clínica cuando Raúl leyó: «Se solicitó tratamiento [...] con sofosbuvir a Gilead el 30-7-2014. No lo llegó a autorizar el Ministerio de Sanidad». Y lo mismo en otras dos fechas: el 13 de agosto se pidió daclatasvir, otro de los fármacos de nueva hornada, y el 10 de octubre ambos. «Ahí les dije: '¡Joder, que a mamá la han matado, que la médico pidió el fármaco y se lo denegaron!'».




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Nunca se les dijo que el medicamento se pidió

Los Mancuñano, que así se apellida el padre, trabajador en la construcción toda la vida, se fueron directos a R.G., la especialista que trató a María Isabel desde que, en un operación de una hernia, le encontraran una cirrosis en 2010.


«Se puso nerviosísima, nos nos quería decir quién ni cómo se había negado. Al final le dijo a nuestro abogado que había sido la Agencia del Medicamento». Un organismo dependiente del Ministerio de Sanidad. Nadie, en todo el progresivo decaimientro de María Isabel, se lo había dicho: la hepatóloga pidió el sofosbuvir y Sanidad se lo denegó.

Mientras, por ejemplo, en el Hospital Ramón y Cajal se desarrollaba otra película. Belén, la mujer de Saturnino, aquejado de hepatitis C durante 25 años y agonizante, se puso en huelga de hambre en el mismísimo centro. Tras varios días logró su objetivo: le bajaron de farmacia su frasquito y el propio Satur posó ante la prensa, aturdido, con el bote. Su salud desde entonces no ha hecho más que mejorar, aseguran en la plataforma.

Raúl, policía de profesión, se pone a llorar. «Era dura la tía, no sabes cuánto. No se quejaba de nada. En 2002 ya la trataron con interferón, que es como una quimioterapia para el hígado. No dijo ni mú. Tuvo depresión, fiebre, se le cayó el pelo... Aguantó», explica. Juan, más entero, termina: «En 2010 tenían que hacérselo otra vez, y decía que mejor no. Tuvimos que convencerla... Y fíjate ahora. Decimos que a ver si avanza la ciencia, y cuando avanza... No la seguimos por dinero».

El via crucis acabó en diciembre, sin Sovaldi. El juez tiene la palabra.

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(Este texto es el pie de foto de la imagen que pongo a continuación.)

El texto procede de la historia clínica entregada por la sanidad madrileña a la familia de María Isabel. Tres veces pidió la hepatóloga R.G. que le dieran Sovaldi, y tres veces se la denegaron. «Ahora sabemos de pacientes que sólo lo consiguen amenazando al médicos con querellas criminales», dicen.