No hay fecha de apertura. No hay previsión de equipamiento. Y, sobre todo, no hay voluntad política. La Consejería de Salud ha admitido que ni siquiera ha recepcionado la obra, pese a que han pasado más de nueve meses desde su finalización. Mientras tanto, los enfermos de cáncer —muchos mayores, frágiles, inmunodeprimidos— reciben sus tratamientos en un pasillo, en sillones viejos, sin privacidad, sin espacio y sin dignidad.
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