El diputado vasco, Eduardo Madina, necesitó un empujón final antes de decidirse a competir por la secretaría general del PSOE. Lo recibió en la tarde noche del pasado jueves, en el madrileño Hotel Wellington, cuando confesó a su equipo de confianza que sufría mal de altura y carecía de fuerzas para encarar el desafío. Alfredo Pérez Rubalcaba frenó la espantada.
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