Su discurso no casa muy bien con los recientes entusiastas de la nueva educación, la que cree que los niños se aburren en clase por culpa de un sistema que no ha cambiado tan rápido como la tecnología. O sea, muchos de los acólitos del educador británico Sir Ken Robinson, los que piensan que los niños ya no pueden permanecer sentados en clase, los que creen que los colegios matan la creatividad, los que abominan de una mínima memorización.
Aconsejo un libro que me estoy leyendo ahora y que se titula Cultural Literacy (E. D. Hirsch). Desde que soy profesor cada año me parece peor el sistema educativo "moderno". Desde Gran Bretaña, la situación se ve incluso peor que en España. Las asignaturas aquí están vacías de contenido y conceptos. Todo es formalismo educativo heredado de Dewey. Yo lo llamo la chupipedagoia. Término que ya he empleado por aquí a alguna que otra vez y que me granjeó críticas de algunos meneantes que me acusaron de querer volver al siglo XIX, y no es eso. La escuela ha de transmitir conceptos culturales y educativos comunes a la totalidad de la sociedad y a la comunidad a la que se pertenece. El desarrollo independiente de habilidades en nuestras aulas, presupone una posterior adquisición de elementos culturales más avanzados, tanto en el lenguaje como en la literatura y cualquier otro ámbito intelectual. Esto no es así. Los niños que no tengan la suerte de crecer en un ambiente familiar que sea capaz de proyectar inquietudes intelectuales, difícilmente podrán adquirir interés en temas que ahora la pedagogía moderna ha desterrado del currículum. Esto es, si sacamos el estudio de Sócrates de las escuelas aquellos niños cuyos padres no sean capaz de proveerles con el interés en la filosofía, jamás se acercarán a ésta.
Precisamente leí hace poco este libro. De todas las ideas expuestas yo en particular me quedo con el acento que pone en la necesidad de leer desde pequeñito unido a la importancia de un ambiente familiar que valore la cultura donde se dedique tiempo al niño y/o adolescente. No es nada que no se haya dicho ya un millón de veces (ella lo reconoce) pero supongo que no está de más recordarlo otra vez.
Defiende que esto de la familia y la lectura es de vital importancia porque la jerarquía de influencia sobre el adolescente primero está la familia, luego el profesor y, finalmente, el Estado.
Y agárrense que llegan las curvas. También defiende que es mejor para el adolescente de una familia inmigrante asimilar la cultura local y desvincularse de la del país de origen de su familia si desea tener más éxito en el sistema en el que vive en ese momento.
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Aconsejo un libro que me estoy leyendo ahora y que se titula Cultural Literacy (E. D. Hirsch). Desde que soy profesor cada año me parece peor el sistema educativo "moderno". Desde Gran Bretaña, la situación se ve incluso peor que en España. Las asignaturas aquí están vacías de contenido y conceptos. Todo es formalismo educativo heredado de Dewey. Yo lo llamo la chupipedagoia. Término que ya he empleado por aquí a alguna que otra vez y que me granjeó críticas de algunos meneantes que me acusaron de querer volver al siglo XIX, y no es eso. La escuela ha de transmitir conceptos culturales y educativos comunes a la totalidad de la sociedad y a la comunidad a la que se pertenece. El desarrollo independiente de habilidades en nuestras aulas, presupone una posterior adquisición de elementos culturales más avanzados, tanto en el lenguaje como en la literatura y cualquier otro ámbito intelectual. Esto no es así. Los niños que no tengan la suerte de crecer en un ambiente familiar que sea capaz de proyectar inquietudes intelectuales, difícilmente podrán adquirir interés en temas que ahora la pedagogía moderna ha desterrado del currículum. Esto es, si sacamos el estudio de Sócrates de las escuelas aquellos niños cuyos padres no sean capaz de proveerles con el interés en la filosofía, jamás se acercarán a ésta.
Precisamente leí hace poco este libro. De todas las ideas expuestas yo en particular me quedo con el acento que pone en la necesidad de leer desde pequeñito unido a la importancia de un ambiente familiar que valore la cultura donde se dedique tiempo al niño y/o adolescente. No es nada que no se haya dicho ya un millón de veces (ella lo reconoce) pero supongo que no está de más recordarlo otra vez.
Defiende que esto de la familia y la lectura es de vital importancia porque la jerarquía de influencia sobre el adolescente primero está la familia, luego el profesor y, finalmente, el Estado.
Y agárrense que llegan las curvas. También defiende que es mejor para el adolescente de una familia inmigrante asimilar la cultura local y desvincularse de la del país de origen de su familia si desea tener más éxito en el sistema en el que vive en ese momento.
¿hoy?
Excelente artículo, no llegará a portada.
El autor y ex profesor Pedro García Olivo,
también tiene un punto de vista im prescindible.