Hace 5 meses | Por --727997-- a elpais.com
Publicado hace 5 meses por --727997-- a elpais.com

El viaje desde la ciudad de Gaza hasta el albergue social El Revellín de Badajoz ha sido largo y penoso en todos los sentidos y aún no ha terminado. “Bienvenida a mi nueva casa”. Riad Ali El Aila abre la puerta de una espaciosa habitación con literas en la que vive desde hace casi dos semanas con su esposa, su exesposa y sus tres hijos menores, de entre 16 y 19 años. Este profesor jubilado de Ciencias Políticas de 71 años es uno de los 60 hispanopalestinos acogidos provisionalmente en la ciudad, tras ser evacuados de la Franja.

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“No estamos en España de vacaciones, no hemos decidido venir aquí por nuestra cuenta asumiendo los gastos de nuestro desplazamiento. Hemos sido rescatados. Este también es nuestro país y nos preocupa que la gente no entienda eso. Somos españoles, no somos refugiados y solo necesitamos una oportunidad, para poco a poco poder ser parte de esta sociedad”, insiste El Sousi.

“Todos los que hemos venido somos gente con carreras universitarias, tenemos o hemos tenido trabajos importantes. Somos personas que construyen y podemos ser útiles de alguna manera. Incluso nosotros, los jubilados”, agrega El Aila.

Para comenzar su vida en España necesitan tener un domicilio, empadronarse y tramitar la residencia. El Sousi asegura que las autoridades se han comprometido a ayudarlos en este proceso y detalla que los responsables de Cruz Roja les han explicado que serán trasladados a otras provincias, para establecerse de manera más estable y ya les han pedido que elijan dos o tres regiones con las que se sientan más vinculados.

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Su gratitud hacia España, especialmente hacia el personal del consulado de Jerusalén y de la embajada en El Cairo, por sentirse a salvo tiene también un regusto a desilusión. Prefieren no hablar demasiado al respecto y concentrarse en el futuro, pero tampoco ocultan la decepción que sintieron al llegar a Madrid y ser trasladados esa misma noche en autobuses a lugares que ellos aseguran no haber elegido y con los que no tenían ninguna relación sentimental ni familiar. Tuvieron la impresión de que reinaba una gran improvisación, pese a que su evacuación había tardado semanas en concretarse. Citan varios detalles que se lo confirman: un bocadillo de jamón serrano, que según ellos les ofrecieron olvidando que eran musulmanes antes de cambiarlo rápidamente por uno de pavo, y su llegada de madrugada a albergues, como el de Badajoz. Según el relato de estos gazatíes, los responsables de este centro no se habían preparado para recibir un gran grupo de 60 personas.

Que impotencia vivir así,el sentimiento de vacío tiene que ser horrible.