Beatriz González recuerda con detalle las tres prendas que se cargó durante sus meses como lavandera. "Un polo, un chaleco y un jersey de lana", cuenta. "Todo lo pagué de mi bolsillo, porque hay seguro pero los 150 primeros euros los asumes tú. La formación iba a ser de una semana en mi tienda y al final fueron cuatro horas en Valencia, donde encima las lavadoras no funcionaban. Escribí para que me ayudasen, pero no vino nadie".
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