El perfil de inquilino es muy variado y hay desde jóvenes que se trasladan a las grandes ciudades con un empleo hasta parejas que se divorcian y tienen que acceder al mercado de alquiler. Esta situación se agrava precisamente por las rupturas con vivienda en común, circunstancia que provoca "ansiedad" en las familias en las que sucede. Hay una morosidad "muy latente" y tasarla es difícil porque no existe un registro oficial sobre eso y la mayoría de alquileres están en manos de particulares, mientras que en manos públicas hay un 5% de vivienda
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