En Sevilla, una casera se convenció de que oía voces extrañas y ladridos y que muchos objetos que se encontraba eran presagios de muerte. Cuando la inquilina decidió abandonar la casa y regresó a coger sus pertenencias, la casera se enfrentó a ella y comenzó una pelea, mordió ambas manos de su víctima y le arrancó sendos dedos, para después cogerla del cuello e intentar estrangularla mientras le gritaba: "Vas a tener que morir para ir al infierno". Después cogió una piedra y se la introdujo en el ano, para sacarle los demonios
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