Hace 6 años | Por AntonioGramsci1... a ctxt.es
Publicado hace 6 años por AntonioGramsci1000 a ctxt.es

La situación actual puede leerse no como la del recorte progresivo de las libertades, sino como la del enésimo retorno de la doctrina del exceso que, como ha sucedido otras veces, se puede volver contra sus protagonistas.Para muchos, se trata sin duda de un automatismo, de una actitud incorporada y heredada de la lucha contra ETA, que tan funcional resultó a los llamados "constitucionalistas".

Comentarios

organix4ever

La izquierda una vez más esforzandose en victimizar a los agresores y delincuentes. Luego vendrán los lloros tras las elecciones.

D

#4 La culpa es del pueblo por votar MAL.

garfius1

#4 Malditos pobres, como se atreven a desobedecer la voluntad castrense escrita en ley.

Como si su opinión importase.

Todo dialogo puede llevar a algo, por eso esta prohibido.

D

Deberíamos poder negativizar una noticia por terrorismo.

Sería mas socorrido que SPAM, pues abarcará todo lo que me ofenda, y muchos por aquí tenemos la piel mas fina que Llarena.

AntonioGramsci1000

#3 En España, spam y terrorismo casi están al mismo nivel

AntonioGramsci1000

El “decisionismo” fue una teoría antiliberal y antigarantista, pero que para los conservadores europeos de aquellos años suponía el último aval del orden en una situación de excepción, esto es, contra la amenaza de una revolución o de una “quiebra” del Estado. Sobre la idea de democracia que transpiraban aquellos conservadores se puede recoger esta cita de Schmitt: “Toda democracia descansa en el requisito de un pueblo indivisible, homogéneo, total y uniforme, entonces en realidad no hay en cuestión, y en lo fundamental, ninguna minoría y mucho menos una mayoría de minorías estables y constantes”. Y en otro lugar: “Es propio de la democracia, en primer lugar, la homogeneidad, y en segundo lugar –y en caso de ser necesaria– la eliminación o destrucción de lo heterogéneo”.

AntonioGramsci1000

"No obstante, y a pesar de este proyecto presuntamente liberal y reformista, Fraga siempre pensó de acuerdo con Schmitt. Líder indiscutible de lo que debía ser entonces el “cambio”, en la primera oportunidad, esto es, en el primer gobierno postfranquista de Arias Navarro, aceptó el cargo de ministro del Interior. Sus competidores, mucho más hábiles que él en el regate corto, le tendieron en aquella ocasión una trampa mortal. Y el gallego, tan seguro de sí mismo, convertido en el principal garante del orden público, empleó el látigo sin contemplaciones. En marzo de 1976, Manuel Fraga Iribarne fue responsable de la masacre de la huelga de Vitoria: cinco muertos y 100 heridos de bala. Y lo hizo con plena conciencia, según su propia divisa franquista y según sus convicciones schmittianas. Su desgaste como gobernante, demasiado soberbio, demasiado franquista, dio paso a Suárez. En aquella transición a la democracia, que finalmente siguió su diseño, a Fraga le quedó el papel menor de reunir a la derecha franquista para convertirla en la “derecha democrática”."