Durante los dos primeros años de vida, el cerebro crece y se organiza a una velocidad sin precedentes, a través de procesos como la sinaptogénesis (formación de nuevas conexiones neuronales), la mielinización (recubrimiento de los axones de las células nerviosas para acelerar impulsos) y la formación de redes neuronales funcionales. Por eso se considera esta etapa como un periodo crucial para el establecimiento de las capacidades cognitivas y comportamentales que perdurarán a lo largo de la vida.
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