Al infierno que ya supone vivir en Sudán del Sur, un país que roza ser fallido como consecuencia de años de guerra civil, tensiones entre facciones y hambre, se le suma la estigmatización y persecución que viven las mujeres. Al ser el pilar de muchas comunidades, son objetivo prioritario de la violencia. Qué decir que los abusos de todo tipo están a la orden del día.
Lo que más diferencia a las personas no es ni el color, ni el sexo, son el conocimiento y el dinero.
Negando a las mujeres el acceso al conocimiento, se les niega el acceso a defender sus propiedades y a sí mismas, porque desconocen cuales son sus derechos, ni siquiera saben que los tienen, sobre todo después de años siendo usadas como arma contra los contrarios, mediante violaciones que debido a la mentalidad imperante en el país además las separa de sus familias debido al deshonor, ya que la violación siempre es considerada culpa de la mujer. De esta manera no sólo las anulan a ellas sino también a sus descendientes.
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Lo que más diferencia a las personas no es ni el color, ni el sexo, son el conocimiento y el dinero.
Negando a las mujeres el acceso al conocimiento, se les niega el acceso a defender sus propiedades y a sí mismas, porque desconocen cuales son sus derechos, ni siquiera saben que los tienen, sobre todo después de años siendo usadas como arma contra los contrarios, mediante violaciones que debido a la mentalidad imperante en el país además las separa de sus familias debido al deshonor, ya que la violación siempre es considerada culpa de la mujer. De esta manera no sólo las anulan a ellas sino también a sus descendientes.