A José Martínez Vázquez y Aida Alvaré Marqués les sacaron de la cárcel de Avilés y les fusilaron sin más en la playa de Salinas. Fue el 22 de octubre de 1937. Sus cuerpos quedaron allí, abandonados junto a la fosa que hay en un el pinar cercano, que nunca se ha excavado, y en la que se calcula hay más de 300 personas asesinadas. Su nieta va a denunciarlo mañana ante el cónsul de Argentina, para que la jueza María Servini de Cubría lo añada a la causa que instruye en Buenos Aires por los delitos de crímenes de lesa humanidad.
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