Mientras la derecha carroñera se daba un festín con las últimas miserias de la izquierda, quienes habían sido amigos y compañeros de Errejón en las distintas formaciones que ha transitado renegaban de él, se lavaban las manos, o lo usaban como nueva munición para señalar al rival político. Muchas mentes valiosas, brillantes feministas, se vieron compelidas a no tardar demasiado en clavar su afilada hacha en el árbol caído.
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