Etiopía considera la presa vital para su economía y espera no sólo que le permita satisfacer las necesidades energéticas de sus 135 millones de habitantes, la mayoría de los cuales -alrededor un 60 %- no tiene electricidad, sino también poder exportarla a otros países. Pero ha sido motivo de una larga disputa con Egipto y Sudán, ya que estos consideran que es una amenaza para su seguridad hídrica, y no han logrado llegar a un acuerdo en las sucesivas negociaciones que han tenido lugar desde 2015.
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