Madrid, Londres o Nueva York están al borde del colapso, no sólo a nivel habitacional. La extensión del llamado “modelo funcional” de ciudad ha generado entornos segregados, como los PAU madrileños, barrios dormitorio desconectados de centros de trabajo y lugares de ocio. En España, el problema viene del urbanismo desarrollista posterior al franquismo, y las tendencias urbanas del siglo XXI han terminado de empobrecer el espacio público como lugar de encuentro.
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