El equipo liderado por Vadim Kovrugin empleó metacaolín, un aluminosilicato sintético obtenido al calentar caolinita, una arcilla abundante. Este material presenta alta resistencia mecánica, durabilidad y buena conductividad iónica, lo que lo convierte en una base sólida para su uso como electrolito sólido. La integración de almacenamiento energético en materiales estructurales representa un paso estratégico hacia una arquitectura ecológica e inteligente, alineada con los retos del cambio climático y la electrificación global.
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