Su papado, no obstante, coincidió con la pujanza de un catolicismo ultraconservador en EEUU que en buena parte ha crecido movilizándose en su contra. Ese movimiento abraza y revive viejas prácticas, como las misas en latín que Francisco trató de limitar o el uso de los velos y la doctrina más inmovilista en asuntos de género, justicia social o medioambiente, en los que Bergoglio dio discretos pasos de apertura. Y esos tradicionalistas extremos acusaron a Bergoglio de ir demasiado a la izquierda
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