En cierta zona de una ciudad levantina, de altas temperaturas veraniegas, parece que los árboles molestan a los vecinos. El criterio que debe haber guiado la mano cercenadora, es el derecho a disfrutar de las vistas, aunque eso suponga que no quede nada del poco arbolado que hay, en una ciudad en la que la lluvia y la vegetación son escasas. De la noche a la mañana, aparecieron cortes en los troncos de varios de los árboles. Ya han muerto muchos y acabarán muriendo todos los que quedan, si esto sigue así. Los árboles ya no impiden ver el mar...
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