Hace 11 meses | Por --703136-- a elpais.com
Publicado hace 11 meses por --703136-- a elpais.com

"Una de las tantas veces que Helena Fernández se refugió en internet, llegó a un blog en el que comenzó a leer su historia: su tristeza, su sentimiento de culpa, su angustia, su enfado, su soledad. No se lo podía creer. Era otra mujer quien escribía y relataba su experiencia, pero ella sintió que estaba leyendo sobre sí misma. “Esta enfermedad es un duelo continuo”, cuenta. Empieza con cada regla, que rompe con la ilusión de que, esta vez sí, iba a haber un embarazo. Cada tratamiento de fertilidad que no da resultado es un golpe..."

Comentarios

D

Os subo esta noticia para hablar de mi libro, ese que ya os he contado 1000 veces y que a nadie interesa.

RojoRiojano

Lo tuyo ya pasa del fanatismo al delirio.

Graffin

Esos son números de aficionado, a ver si podemos llegar a los 4 de cada 6.

D

Pues mi calvicie, no veas.

P

Y? El planeta no necesita mas sapiens sinó menos...

D

Os subo esta noticia porque este hecho de que la infertilidad les resulte triste y deprimente a las personas en sí misma, con independencia de la situación económica y aunque se viva en un entorno de pobreza y precariedad como este despaís, es ilustrativo y demostrativo de una interesante y curiosa implicación indirecta: que cuando, debido a la infertilidad, las personas sufren y se entristecen por no poder hacer nacer a sus propios hijos en la pobreza o incluso en la precariedad, entonces queda claramente demostrado que las personas desean tener hijos para satisfacer sus propias necesidades, intereses, motivaciones, diversiones, bienestares y egoísmos personales, no desean tener hijos por el bienestar de sus hijos. Porque si de verdad lo que te interesa es el bienestar de tus hijos, no tu propio bienestar personal, entonces la imposibilidad biológica de hacer nacer a tus hijos en la pobreza o la precariedad te alegra, no te entristece, porque sabes que tus hijos no sufrirán la pobreza ni la precariedad.

Aunque, por supuesto, con esto no estoy diciendo que las personas no tengan el legítimo, legal y fundamental derecho humano, progenitor y cultural de considerar, si así lo desean, que la pobreza, la precariedad, el subdesarrollo, el capitalismo y la monarquía son circunstancias estupendas en las que hacer nacer, y criar, a sus propios hijos. El libro de los gustos está en blanco, y la convivencia en una sociedad civilizada precisamente debe consistir en que sepamos respetarnos los unos a los otros las costumbres, marcos culturales, modas, tendencias, y diversidades ideológicas, de opiniones, de preferencias, de criterios progenitores y de principios éticos de cada cual, aunque pudieran no coincidir con los nuestros.