Cuando India entregó a Bután un generoso regalo de vacunas contra el covid-19 en enero, el reino vecino tomó una decisión inusual. En lugar de apresurarse a inocular a sus 800.000 ciudadanos, el gobierno pidió consejo al Zhung Dratshang, un cuerpo de monjes budistas. Los astros no eran propicios, dictaminaron. Era mejor esperar dos meses y asegurarse de que la primera dosis fuera administrada por las mujeres nacidas en el Año del Mono.
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