«Los accidentes que tengan su origen en un acto de imprudencia temeraria o culpa grave del asegurado y los derivados de su participación en actos delictivos, en apuestas, en desafíos o en riñas». Y este artículo es, precisamente, el que ha obligado a unos padres a llevar a una aseguradora ante los tribunales, porque se niega a abonar las indemnizaciones. Por ahora solo les han reconocido 33.075 euros de una póliza de vida que su hijo tenía contratada, pero había suscrito otra que la misma compañía se libra de satisfacer.
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