A diferencia de otros sucesos que, con mayor o menor revuelo, ingresaron en esa fría crónica de una guerra larvada, la desaparición y probable asesinato de los cuarenta y tres estudiantes de Magisterio ha supuesto un punto de no retorno para una sociedad que ya no puede seguir mirando para otro lado. Las manifestaciones y paros se concatenan, las conversaciones recorren las calles, las redes sociales proyectan cada noticia. Se ha extendido una voz de alarma que debería servir, como señala el citado Schedler, para crear una red de solidaridad.
Comentarios
Siempre copio el propio artículo en la entradilla cuando publico una noticia. En este caso me he tenido que ir casi hasta el final del mismo, pero creo que éste es el párrafo que mejor define el contenido general del artículo, artículo que, por cierto, me ha parecido muy interesante,(y más el debate entre mexicanos que se está generando en los comentarios), pero con el que discrepo en parte. No creo que los 43 de Iguala suponga un punto y aparte, Mexico ya ha tenido otros puntos y aparte similares a éste y nunca ha pasado nada. México y toda Centroamérica en general (tal vez algo menos Costa Rica) son narcoestados en los que es imposible cambiar el fondo de las cosas si realmente no se entra en el fondo de la cosas. Y para entrar en ese fondo hace falta la implicación de muchísimos actores, hoy en día poco interesados en la resolución real de los problemas porque los problemas hacen ricas a muchas personas. Espero que lo disfrutéis, que es la razón principal de colgar cosas aquí.
#1 Con amargura tengo que estar contigo en el escepticismo ante esa ilusión de que los 43 sean los últimos. Recogiendo una cita del envío: «Hasta finales de septiembre [fecha de la desaparición de los cuarenta y tres normalistas de Ayotzinapa], México estaba bailando alegremente sobre una catacumba de unos noventa y cinco mil muertos y veinticinco mil desaparecidos». Con esas cifras, ojalá los 43 estudiantes signifiquen algo, pero no apostaria por ello.