Reconocer de partida la alteridad. Reconocer al otro y en el otro a un igual. Con el que plantear dilemas, trilemas y problemas. Y buscar soluciones, si eso. Es por ello que es muy difícil (cuando no imposible) hablar de diplomacia ligada a la fé, en tanto que la fé suele sustentarse en UNA verdad revelada, excluyendo las demás como falsas
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