Cómo muchos otros sectores, el eléctrico tampoco se libra del abuso de poder ni de las famosas puertas giratorias. La red eléctrica en España está controlada por un oligopolio de compañías privadas que, como todas las empresas, tiene como objetivo su propio beneficio económico. Por eso, el apagón del pasado 28 de abril no fue una crisis técnica, sino una señal sobre el poder que ejercen unas pocas compañías sobre un servicio que debería ser de la ciudadanía.
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