Según su estudio, el capitalismo ha convertido la muerte en un supernegocio. Si hasta el siglo XIX era normal velar al fallecido en su casa, ahora parece incluso ilegal no pasar por el tanatorio (de hecho en España lo fue hasta hasta 2010). "En un periodo de tiempo sorprendentemente corto, el sector funerario estadounidense se ha encarecido, corporativizado y burocratizado más que el de cualquier otro país del mundo. Si destacamos en algo, es en mantener a los deudos bien lejos de sus muertos", enuncia.
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