Escucho por ahí que uno de cada cuatro madrileños vio el jueves el documental 7291, guarismo de la vergüenza. No es Madrid para viejos, podría haberlo titulado el director Juanjo Castro, pues su película es tan despiadada como la de Joel y Ethan Coen. Como voy de viejo duro, me negué a llorar durante la proyección. Cuando te echas a llorar, tienes que saber por qué. Mis lágrimas tienen vocación obrera y para sacarlas a la calle es necesario convencerlas con una muy buena motivación. Viendo 7291, yo no sabía si llorar de rabia, odio, espanto,
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